Los domingos eran siempre día de la familia para Daniel López.

Él animaba a todos en su familia a que pararan por la casa de sus padres en Grand Rapids, Michigan.

Y vaya reuniones que tenían: Daniel y Jovita procrearon 13 hijos, 35 nietos, y 10 bisnietos. Además, muchos viven en esta localidad.

“Nuestros vecinos pensaban que teníamos fiesta todos los domingos” comenta su hija Angelica López. “Pero es básicamente una tradición que nos inculcó para que estuviéramos juntos como familia”.

“Era feliz y lleno de vida. Siempre escuchando música”.

La familia aún se junta los domingos, pero el luto es ahora la sombra de esas reuniones.

Daniel López fue un hombre fuerte y de trabajo arduo dedicado a su familia. Falleció el 2 de mayo, luego de luchar contra la COVID-19 por varias semanas.

“Tenía 78 años” dice Angelica. “Pero mi padre, lucia más joven de lo que representaba su edad. Era un hombre muy activo”.

Mucho después de la edad en la que la mayoría de la gente se jubila, Daniel siguió trabajando a tiempo completo en una fábrica de panadería industrial.

Daniel y su esposa caminaban diariamente por una hora cada mañana antes de que él se fuera al trabajo.

“Siempre llevo una vida feliz” narra Angelica. “Estaba sumergido en las mejoras de la casa y su jardín”.

Angelica compartió la historia de su experiencia y la de su familia con el coronavirus con ayuda en la interpretación del especialista en salud comunitaria, Juan Daniel Castro de Spectrum Health Healthier Communities.

Ella espera generar conciencia sobre el coronavirus en la comunidad latina que ha sido golpeada duramente por la COVID-19 al occidente de Michigan.

“En realidad pienso que como latinas y latinos, es muy difícil compartir con los demás que hemos sido contagiados por el estigma que se asume” comenta.

Sin embargo, Angelica cree que es importante hablar de esto abiertamente.

“Podemos salvar otras vidas” insiste. “La gente puede prevenir la infección”.

Los habitantes hispanos o latinos suman el 32% de todos los casos en el Condado de Kent, pese a que esa población suma tan solo el 11% según el Departamento de Salud de la Comunidad del Condado de Kent.

Varios factores contribuyen a los altos índices, dijo Joanna Rodriguez, enfermera gestora de casos en Healthier Communities.

Debido a que muchas latinas y latinos son trabajadores esenciales, afrontan mayor riesgo de exposición al virus. Esto es particularmente cierto durante los primeros días de la pandemia de la COVID-19, cuando menores medidas precautorias se observaban. Mas aun, muchas personas viven en hogares multigeneracionales donde el espacio es limitado para aislarse, si alguien se infecta. Aseveró.

Además, las barreras del idioma pueden dificultar el esfuerzo en la búsqueda de la atención médica y las pruebas de diagnóstico.

Healthier Communities ha conducido entrevistas telefónicas para hacer correr la voz sobre el virus y como recibir la prueba. Spectrum Health también proporciona un sitio informativo en la web en español e inglés.

Rodriguez elogia a Angelica por la valentía que exhibe al compartir su experiencia personal con el virus. Joanna desea que esta historia anime a los demás a tomar precauciones contra la COVID-19, para que también busquen atención medica o pruebas de diagnóstico si se enferman.

Una vida de arduo trabajo

Daniel López creció en México, y a la edad de 23, comenzó a venir a los Estados Unidos cada año por medio del programa nacional de Braceros.

Daniel y Jovita formaron a su familia en México. Pero hace 20 años, se mudaron a Grand Rapids. Ocho de sus 13 hijos viven aquí en Estados Unidos.

Sus hijos amaban su firmeza en la crianza, comenta Angelica.

“Mi padre era tierno pero muy directo con todos nosotros” dice. “Siempre se hizo presente para apoyar a cada uno de sus hijos en cualquier forma que se necesitara”.

Daniel primero sintió los síntomas de la infección por coronavirus temprano en abril.

Un día en el trabajo, Daniel notó que un compañero tosía de manera profusa durante su jornada laboral. Y en menos de una semana Daniel desarrolló los síntomas de un resfrío.

Al agravarse su tos y perder el apetito, Angelica llamó al médico de atención primaria de su padre. A recomendación del doctor, Angelica lo llevó a la sala de emergencias en el hospital Butterworth de Spectrum Health.

Daniel regresó a casa esa misma noche. Al día siguiente, Jovita recibió una llamada que tenía como intención informarle que Daniel había resultado positivo al virus que provoca la COVID-19. Infortunadamente, no le dieron la información en el idioma de su preferencia y por lo tanto no entendió que su esposo tenia COVID-19.

Ese mal entendido es desalentador para Mercedes Barragan, especialista senior de programas de talento para la Oficina de Diversidad, Equidad e Inclusión en Spectrum Heath.

“Sabemos que la barrera del idioma es una de las muchas disparidades en la atención a la salud y estamos comprometidos a trabajar para erradicarlas” indicó. “Cualquier persona que cruza el umbral de nuestras puertas tiene derecho a un interprete para hacer sus preguntas médicas, y como proveedores de atención sanitaria, debemos continuar fortaleciendo nuestra competencia cultural, para así poder brindar un mejor servicio a todas las personas en nuestra comunidad”.

Poco después de que su esposo volvió de la sala de emergencias, Jovita también presentó síntomas de la enfermedad. Sus resultados fueron positivos a la presencia del virus y fue admitida al hospital Butterworth.

Angelica se mudó a casa de sus padres para atender a su papá.

Mientras limpiaba, notó un pequeño radio que su padre había comprado en un mercadillo de tiliches. Tocaba su música en el radio todo el día.

“Le tomé una foto” comenta. “¿Quién iba a imaginar que nos iba a dejar?”

La cuidadora también se enferma

Angelica tomó medidas para proteger a su propia familia distanciándose de ellos.

“Me puse en cuarentena y no tocaba ni un solo articulo en casa” comenta. “Tenia mi propio baño y nadie más podía usarlo”.

Portó equipo de protección cuando cuidó de su padre. Pero finalmente contrajo el virus.

Ella padeció síntomas más leves que los de sus padres—dolor de cabeza, dolor de estomago y un sarpullido en la piel—y se recuperó en unos días.

Sin embargo, la salud de Daniel seguía en declive. Padeció fatiga, mareos y dolores de cabeza.

“Se puso muy mal y tuvimos que llamar a la ambulancia para que se lo llevaran al hospital” cuenta Angelica.

Con ambos padres hospitalizados en cuartos separados en Butterworth, Angelica permaneció en comunicación con los equipos médicos que les atendían.

“Luego del tercer día de la hospitalización de mi padre, el doctor indicó que necesitaría un respirador artificial” platica Angelica. “Pidieron que firmara mi madre el formulario de consentimiento, pero ella no pudo debido a que también estaba hospitalizada.

Angelica dio el consentimiento para que trataran a su padre.

Luego de cinco días en el hospital, la madre de Angelica se recuperó y volvió a casa.

Cuando el equipo médico al cuidado de Daniel pidió autorización para tratarlo con la terapia de plasma convaleciente, la madre de Angelica dio su consentimiento.

“Aunque se estabilizó con la terapia de plasma, no derivó el resultado deseado” Angelica comenta.

El día 2 de mayo, Daniel sufrió un ataque al corazón y falleció.

La muerte del patriarca en la familia ha dejado un vacío entre los López.

“Cuando nos juntamos los domingos hace falta su música” comenta Angelica. “Los domingos ahora son de silencio”.

Angelica alienta a los demás a que trabajen para prevenir la propagación del virus entre sus familias y la comunidad.

“Si tiene adultos mayores en la familia, recomiendo encarecidamente el apego a las estrictas medidas de distanciamiento social” y concluye, “Si no hay vacuna disponible, es por ello por lo que debemos cuidar a quienes amamos”.